lunes, febrero 27, 2006

FIJACIÓN ORAL

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Autora: Saranya.

Título: FIJACIÓN ORAL

Disclaimer: Garantizo que no me lucro con la utilización de estos personajes, pues son de ya saben quienes.

Rating: No puedo creer que diga esto, con la aversión que le tengo a los babyfics, dado que sufrí mucho con el nacimiento y pérdida de William, pero es un babyfic del tipo: MRSW.

Nota de la autora: Dedico el presente relato muy especialmente a Helessa, Anascully y a FBI, abanderadas del reto babyficstico (perdón por la palabra, nunca la había escuchado y menos, escrito).

Otra nota: Una compatriota mía sacó un disco con el mismo nombre de mi relato, pero nada que ver lo uno con lo otro, todo fue casualidad, diría que ella se copió de mí si pudiera probarlo, pero no puedo dado que no es verdad.

Spoilers: La octava... snifff, snifff. (La sufrí mucho)

Me encantaría recibir sus comentarios.


FIJACIÓN ORAL

Mulder esperaba impaciente en el pasillo, fuera de la habitación.

Todo había sucedido tan rápido, que hasta ahora tenía tiempo para sentarse, solo, a enfrentar sus propios pensamientos y sensaciones sobre lo ocurrido.

Y estaba muy confuso.

Tenía tantos recuerdos agolpados en la mente, recuerdos demasiado tormentosos como para ser compartidos. Y ahora estaba allí, afuera de la habitación de Scully, mientras la familia de ella, Skinner y Doggett la visitaban. Esperaban que el bebé fuera traído después de la revisión exhaustiva a que estaba siendo sometido en la unidad de neonatos del hospital.

Todos expectantes, nerviosos... cualquier cosa podría pasar.

Mulder no soportó la tensión ni mucho menos ver la mirada cargada de angustia de Scully mientras esperaba, por ello se alejó y decidió quedarse afuera. No era mucho el cambio, desde su regreso de la muerte se había sentido así, fuera, de la vida de ella, de su reciente pasado, de su trabajo, de todo. El mundo se acostumbró demasiado rápido a seguir girando sin su presencia, demasiado fácil, como si no hubiera dejado huellas con toda su lucha y su búsqueda de los últimos años.

Pero lo que más le dolía era que sentía que Scully había podido seguir su vida sin él. "¿Qué esperabas, maldito egoísta?" - se preguntaba mentalmente - ¿acaso que se hubiera vaciado el cartucho de su pistola en el cerebro, que se hubiese lanzado de un puente o algo por el estilo?" Pues ella siguió su vida, buscó alternativas para tener a su hijo, a su anhelado hijo, seguro encontró un donante que resultó más efectivo que él mismo, quizá el problema del fracaso anterior había sido la mala calidad de la materia prima del donante, y no Scully misma, pero ahora, con otro, si le había funcionado.

Porque de algo si estaba seguro, Scully no tenía otra relación sentimental, estaba sola, pero con un hijo... un hijo, oh Dios, Scully con un hijo, y Mulder recordaba como lo tuvo brevemente en brazos mientras se lo entregaba a Mónica para llevarlo al helicóptero, y después él mismo tomaba en brazos a Scully, quien se aferró a él con todas sus fuerzas.

Inexplicablemente se sentía marcado por ese breve momento en que cargó al bebé. Aunque no se detuvo a mirarlo sintió una calidez suave y su corazón dio un vuelco cuando lo sintió respirar, moverse... muy, muy breve momento, pero esa sensación lo dejó tan impresionado que inmediatamente entregó el bebé a Reyes y se dedicó a llevar a Scully. Sólo hasta ahora tenía tiempo para pensarlo. Una sensación extraña, una conexión inexplicable, casi paranormal tenía con ese niño, pues aún sin verlo, lo sintió vivo, naciente, y con esa fuerte corazonada fue guiando al piloto del helicóptero, hasta encontrarlos.

Y ahora el bebé se hallaba en la unidad de neonatos, la zozobra le embargaba y aunque hubiera querido irse, retirarse y dejar el espacio para todos aquellos que habían seguido su vida, sin él, no podía. Debía saber como estaba . Le era imprescindible.

Se levantó un cierto revuelo cuando una enfermera acompañada del pediatra atravesó el pasillo llevando al bebé en brazos. Mulder vio como entraron a la habitación de Scully pero no se atrevió a seguirlos. Solo vio a través de la ventana de la puerta, las expresiones de alivio en el rostro de todos y comprendió.

Estaba bien, normal... como todos los bebés. Una sensación de paz y de alivio le traspasó por completo, sobre todo cuando vio el rostro lloroso y sonriente de Scully mientras recibía al niño en sus brazos.

Mulder se hizo a un lado cuando todos comenzaron a marcharse. Maggie se acercó y le dejó un beso sonriente en la mejilla, con más cariño del habitual, pero el no pudo hablarle y únicamente sonrió. Cuando solo quedaban Skinner y Doggett en la habitación no se resistió y decidió entrar.

El bebé ya se encontraba en una pequeña cunita al lado de la cama de su madre y ella sonreía, con la beatitud de quien es consciente de que ha acabado de conocer personalmente al ser más importante de toda su existencia.

Él se acercó mientras los otros hombres se hacían a un lado y le tomó la mano.

- ¿Cómo te sientes? Y quiero la verdad, no el tradicional "Estoy bien, Mulder". - le dijo sin poder apartar la mirada de sus ojos.

- En este caso es verdad, estoy bien Mulder, quizá un poco dolorida, pero muy, muy bien. - Le dijo mirando en dirección a su hijo, guiando también la mirada de Mulder hacia él.

La cierta magia que les envolvía se vio turbada por un fuerte ruido, en ese momento entró avasalladora la enfermera que antes había llevado el bebé a la habitación.

- Buenas tardes, caballeros... doctora Scully, vengo a que iniciemos el proceso de lactancia materna, ¿está usted de acuerdo, cierto? Pues siendo doctora, sabrá de la importancia de la leche materna...
- Por supuesto – afirmó Scully - es mi intención lactarlo.
- Pues bien, entonces que se quede el padre y salgan los demás.

Doggett y Skinner, un tanto apenados por estar en medio de tan íntimo momento, se acercaron a la cama de Scully para despedirse. Mulder no sabía si seguirles o quedarse, lo único claro que tenía en ese momento al ver que se despedían, era que ninguno se sabía el donante de la materia prima efectiva para haber hecho a ese bebé.

Cuando se marcharon Mulder optó por hacer lo mismo, pero una mirada firme de Scully, sin saber como ni por qué, lo hizo quedarse en su sitio.

- Bien, - continuó la enfermera- señor...

- Mulder - completó él.

- Debe ayudarme.


La enfermera ayudó a Scully a incorporarse y a dejar por fuera de la bata sus senos, le revisaba y apretaba los pezones verificando que bajara leche, en efecto una gotas transparentes y aceitosas se asomaron y por ello la enfermera con entusiasmo dijo:

- Señor Mulder, alce usted a su hijo y colóquelo cerca del pezón. Durante mucho tiempo se pensó que la lactancia era solo asunto de las mujeres, pero hoy día los padres también tienen que participar, y muy activamente.

Mulder quedó sorprendido ante la extraña petición. Sólo atinó a mirar a Scully y detectó sus ojos que se llenaban de lágrimas y su respiración anhelante, incierta, quizá algo suplicante. Además sentía con tanta certeza dentro de sí la presencia de ese niño, que paralizado se quedó allí en su sitio, sin posibilidades de escapar.

En segundos reaccionó, tomó al niño en brazos y suavemente, aunque con algo de torpeza, lo colocó cerca del pezón derecho de Scully. El niño se revolvía inquieto, quizá ya hambriento, y Mulder pudo contemplarlo por primera vez. No se resistió y con su mano libre tocó la tersura de sus mejillas.

- Parece de raso - dijo, sin poder evitar sonreír.

Lo acercó más a Scully y ubicó su boca cerca de su seno. El bebé apenas sintió la suavidad del pezón de ella cerca de sus labios instintivamente se lanzó a chuparlo con ansiedad. Mulder acercó su rostro, las miradas de ambos se encontraron, se sonrieron.

- Woooow, reaccionó de la misma forma que yo cuando vi por primera vez tus senos, bueno, cuando los vi en el contexto apropiado, porque antes... - dijo Mulder, medio en serio medio en broma, despertando una sollozante carcajada de Scully.

- Si, exactamente como tú... – reconoció Scully, sonriendo, rememorando esos momentos tan mágicos, tan asombrosos.

Mulder sintió como sus propios ojos se llenaban de lágrimas contemplando esa escena.

- Es maravilloso, verte aquí, alimentando por primera vez a tu hijo, tal como lo habías soñado tanto tiempo.

- Si, y contigo, vivo, a mi lado, y con él, completamente normal, sano... – completó ella.

La enfermera, viendo que ellos dominaban perfectamente la situación, se retiró en silencio.

De fondo solo se escuchaba el ansioso y goloso succionar del bebé. Scully pidió ayuda a Mulder para cambiarlo de seno, y otra vez el bebé se aferró fuertemente al pezón y lo succionaba, como si fuera la última comida de su vida, bueno, la primera.

- Y además... es lógico que mi bebé reaccione como tú... con seguridad se parecen mucho... – Scully dudaba y le esquivaba la mirada - Mulder, el es...

Él le puso suavemente un dedo sobre sus labios para que callara, se miraron y solo la voz de él resonó en la habitación, pues la súbita revelación que tuvo en su mente se abrió paso e hizo innecesarias más palabras...

- Lo sé Scully... es mi hijo.

Ella asintió, con las lágrimas fluyendo libremente.

Mulder se acercó a ambos y depositó un beso en la pequeña cabecita y luego deslizó sus labios dejando un suave beso en el seno con el cual Scully alimentaba al bebé, a quien ya se le veía somnoliento.

- No quiere separarse de ti – dijo Mulder al contemplar le resistencia del bebe a sacar el pezón de su boca, ya dormido- no lo culpo, yo también he querido reposar y pasar allí eternos minutos, es un sitio privilegiado.

Ella solo le sonrió, emocionada, e incapaz de articular palabra, acercó a Mulder y le besó en la frente, mientras le entregaba el niño para que lo depositara nuevamente en la cuna.

Él contempló a su hijo ahora en sus brazos y le besó la frente, mientras se acercaba a los labios de ella y la besaba.

Ambos se miraron, se sonrieron, se abrazaron.

FIN

LA PRIMERA LLAMADA

"Autora: Saranya.


Idea original: Summerrain.


Título: LA PRIMERA LLAMADA


Disclaimer: Garantizo, aunque sin el pleno uso de mis facultades mentales, que no me enriquezco con la utilización de estos personajes, pues son de ya saben quienes, los únicos que tienen derecho a convertirlos en simples objetos de lucro.


Rating: Para mí todo es MRS, aunque este es un MRS muy UST.


Nota de la autora: Dedico el presente relato muy especialmente a Summerrain, por haberme regalado una inspiradora idea, y a tod@s l@s que me regalaron sus palabras con ocasión de mis anteriores relatos, cada un@ lo sabe, y lo repito, de corazón, con mis agradecimientos, dedicado a ti, cada comentario, cada palabra que me has dejado, me ha brindado una gran alegría y el ánimo de continuar escribiendo.


Spoilers: Ninguno.


Me encantaría recibir sus comentarios ya sea en esta página o al correo saranya.x@gmail.com . ¡Gracias por dedicar parte de tu tiempo a leerlo¡


LA PRIMERA LLAMADA



Por temor había querido aplazar esa llamada desde hace dos días, pero el anhelo de escucharla se había intensificado desde el momento mismo de recostarse en el sofá, hace ya unas cuantas horas.



Aunque había prendido el televisor y utilizado todas sus técnicas alternativas a contar ovejas, el sueño estaba muy lejano. Se dio cuenta entonces de que hacerlo era algo inevitable, necesario, pues sin escucharla no lograría amanecer con su salud mental indemne.



Sería la primera vez que la llamaba después de lo ocurrido. Al principio pensó que debían hablar de ello personalmente, pero todo sucedió al comienzo de las dos semanas de vacaciones forzosas a las que habían sido sometidos, y Scully al día siguiente había viajado a San Diego.



Si esperaba a verla personalmente podría ser demasiado tarde, su amistad pendía de un hilo y era indispensable por lo menos valorar el riesgo a que estaba siendo sometida. Aunque fuera arriesgándola más.



No importaba que fueran ya las dos de la madrugada, o que ella estuviera probablemente dormida, exhausta después de sus reuniones familiares... soportar sobrinos, hermanos, madre y todas las desventajas que ello acarreaba para el descanso y la relajación que debían ser propias de un periodo de vacaciones.



Marcó el número de su teléfono móvil para no alamar a la familia. Era considerado, nadie lo notaría ni se lo reconocería, pero por lo menos buscaba no despertarlos a todos y, de paso, no ganarse una muerte temprana por violación al “Régimen de Incomunicación con Mulder” que Bill Scully quería siempre para su hermana cuando se encontraba visitándole.



Y ya eran dos días, por Dios, dos días, seguidos, continuos y sin interrupciones, sin ella.



Era insoportable.



Además tenía la excusa perfecta. Seguramente Scully lo estaba deseando, tener la oportunidad de realizar algo de trabajo, aunque extraoficial, porque si en algo se parecían era en que habían aprendido a odiar esos recesos obligatorios, que les hacía dejar de trabajar y lo peor, dejar de verse.



Pero había que comer, pagar el alquiler y un largo etcétera de obligaciones, además de todas las verdades tan buscadas que estaban inconclusas, lo que les llevaba a querer conservar el trabajo, y si no tomaban las vacaciones serían sancionados con suspensión sin salario. Era mejor parar, tomarlas, con el inconveniente de abandonar temporalmente la búsqueda y lo peor, dejar de verse.



El teléfono sonó y se demoró en ser contestado.



Ella no le iba a demostrar que era la segunda noche que dormía con el móvil debajo de la almohada, revisándolo de vez en cuando para ver si se encontraba averiado, o que no había podido dormir porque luchaba contra el deseo de llamarle, así que apenas escuchó el timbre y vio su nombre en la pantalla se contuvo para no contestarlo inmediatamente, hasta que al fin, con un suspiro contestó.



- Hola – dijo ella.

- Hola – contestó él.



Silencio. Eran las primeras palabras que se dirigían después de esa noche, y cada uno en su mente recreaba lo ocurrido. Mulder pensaba en las fórmulas posibles para transmutar las formas del lenguaje conocido, para expresar el anhelo, el desconcierto, el inmenso placer que le dejó esa noche… pero se contuvo porque aún no había tecnología para diseccionar los sentimientos y entregarlos traducidos al interlocutor, para que solo captara lo que se deseaba, sin tergiversaciones, sin malentendidos.



Aunque estaba dispuesto a arriesgarlo todo, un “Te extraño” sonaría muy directo, muy aterrador y puede que Scully optara por la huida permanente como única salida razonable. Por ello le dijo,



- Te extraño.



Ella solo sonrió. Si, era aterrador, pero excitantemente aterrador.



- Yo… he…

- …también me extrañas. – completó Mulder – y aún nos quedan casi dos semanas más para reanudar el trabajo.

- Si, Mulder, falta todo ese tiempo… - su voz sonaba algo ansiosa, pero cálida - deberías ocuparlo en algo, quizá pensar en hacer algún viaje, alguna otra búsqueda espiritual de esas típicas tuyas, no sé…



Scully estaba en verdad preocupada, hubiera querido hablar con él y dejarlo todo claro, que la amistad era lo más importante, ante todo, pero esa noche no hubo oportunidad, todo fue tan intenso, tan inmensamente físico y trascendental al mismo tiempo, que hablar hubiera resultado un sacrilegio.



Y luego ella se fue de viaje, al principio pensó en cancelarlo, pero huir era un buen camino, aunque temporal, pues si bien sus cuerpos habían hablado, expresado y sentido, comunicado todo lo que deseaban comunicar, enfrentarlo implicaba hacer algo a lo que por primera vez tenía un miedo absoluto: racionalizar, en este caso, sus sentimientos por Mulder.



- Pues sí tengo planes, Scully, quería contártelo, acabo de recibir un informe de un avistamiento…

- No, Mulder, por favor, Ovnis no, otra vez no… ¿No te cansas de esos bromistas que te embaucan cada vez más fácilmente?

- No, Scully, estás equivocada, es un avistamiento pero no de Ovnis, es una fuente muy fiable la que me señala que en una zona de Alaska ha sido visto un Yeti…

- ¿Una fuente fiable hablando de un Yeti…? – interrumpió con ironía.

- Sí… más popularmente conocido como el Abominable Hombre de las Nieves, hay fotografías y registros gráficos Scully, ya te las envié a tu correo electrónico.



Scully disimuló su sonrisa. No quería que Mulder sintiera que se estaba burlando, pero aunque quisiera parecer molesta, se estaba divirtiendo, ese era su Mulder, el Mulder de siempre, el que amó esa noche con tanta pasión que pensó que ella misma se desmoronaría.



- Bueno, pues si quieres ir, adelante… cada quien es libre de escoger como perder mejor su tiempo…

- Pues sí voy a ir… pero no sólo, Scully, te necesito allí para que seas testigo de lo que ocurra, la comunidad científica a mí no me creería, ni aunque le llevara la prueba más fehaciente e irrefutable, en cambio a ti…



Ella se sorprendió. Cierto, lo extrañaba, cierto, él también a ella… ¿pero encontrarse para ir juntos tras el inexistente, irreal e imaginario Abominable Hombre de las Nieves? Por más que Mulder le atenuara siempre el sentido de la racionalidad, esta vez no se dejaría convencer. Y además, el muy cínico ni siquiera mencionaba lo que había ocurrido entre ellos.



- No Mulder, y te lo repito, no. Estoy con toda mi familia por primera vez en mucho tiempo, no me lo perdonarían. Tengo reservaciones para volver a Washington en diez días y así será. Aquí está muy caluroso como para irme a pasar frío en Alaska, además de atravesar el país en pos de una causa pedida.



El guardó silencio un segundo. Con Scully más valía ser directo. Siete años de mensajes velados, encriptados y escondidos, le habían enseñado que con ella era mejor no utilizar indirectas. Lo mejor era ir al grano, para dejarla aturdida y que accediera.



Dudó un momento, pero el juego era al todo o nada, así que continuó.



- No pasarás frío Scully.

- Y ¿por qué estás tan seguro?

- Porque he reservado una bella, alejada y silenciosa cabaña, rodeada de nieve pero que tiene calefacción y que cuenta con dos grandes chimeneas, una en la sala y otra en la única habitación.

- Pero saldremos a investigar Mulder, si nos fuéramos a quedar todo el tiempo en la cabaña, te creo, pero tendremos que estar afuera, ir…

- No… a decir verdad.. no tendremos que estar afuera, ni salir a investigar nada… si lo deseas. Ah, y no te he informado sobre mi calor corporal… mundialmente conocido por derretir todo tipo de hielo…

- Pero entonces… ¿qué pasará con tu Yeti? – pregunto Scully aún algo confusa.



“¿Por qué si prácticamente era una genio científica, en lo atinente a su vida personal, Scully se demoraba tanto en entender ciertas cosas?” Se preguntaba Mulder, pero se lo explicaba fácilmente, durante esa noche apasionada juntos, había descubierto en ella una cierta ingenuidad que la hacía más auténtica, más hermosa, más atractiva... y ahora hacía gala de ella. Por eso, estremecido por los sentimientos que le generaba, casi en un susurro y con voz ronca, respondió...



- El Yeti puede esperar Scully, de hecho, el mismo avistamiento se repite al menos tres veces en el año, y si lleva allí tanto tiempo, pues seguramente podrá esperar a que le descubramos luego… ummm, el que no puede esperar soy yo... y diez días más… son una eternidad.



Una ola de remembranza atravesó el cuerpo de Scully cuando lo comprendió todo. No Yeti, no hombre de la nieves. Si Mulder, completo, entero, solo para ella.



Una esplendorosa y suave carcajada sonó a través de la línea, dejando a un Mulder, antes anhelante y lleno de ansiedad, completamente satisfecho. Él también sonrió, esperando una respuesta.



- Bien… en ese caso… llamaré inmediatamente para modificar la reserva de mi vuelo de regreso.

- Bien Scully… entonces nos vemos hoy mismo… lo más pronto que puedas.



La sonrisa se quedó en sus rostros cuando cada uno apagó su teléfono móvil.



Les esperaban unas calurosas, muy calurosas vacaciones en medio de la nieve.



FIN
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